Me Moriré en París con Aguacero

viernes, 22 de octubre de 2010

Por Luis Gamero Russo, economista

Leía en un artículo reciente que si hubiera un campeonato europeo de huelgas y disturbios sociales, los franceses ganarían la copa de este año. Algo así como la “Champions League” del desorden político. ¿A qué se debe esto? Veamos.

Las reformas francesas son de las más suaves y anticipadas de toda Europa, sin embargo las huelgas en su respuesta están causando considerables malestares a la economía del país, con el riesgo de que muy pronto Francia se vea paralizada por la falta de petróleo (…si las huelgas continúan).

La ampliación de la edad para jubilarse de 60 a 62 años, la principal reforma fiscal francesa, es una ridiculez junto a las que se han venido adoptando en Grecia (ver artículo anterior del autor al respectoi), en España, y aún si la comparamos con las que acaban de aprobar en el parlamento inglés. Y lo contradictorio de todo este “show” de huelgas y marchas es que las decisiones se están tomando en Bruselas, bajo el paraguas de la Unión Europea (UE), y no en París.

En la UE se está negociando la aprobación de nuevas reglas de penalización a los países que se excedan en sus déficits fiscales. De ahí que Francia se vea forzada a iniciar el ajuste fiscal. Pero el problema radica en que, a estas alturas, se están discutiendo penalizaciones que no serían automáticas, sino más bien de carácter discrecional, y manejadas “caso por caso”. Y ya sabemos que, anteriormente, bajo el legado del tratado de Maastricht, todos los países de la Europa unida desde el 2003, incluida Alemania, ya habían excedido el 3% de límite al déficit fiscal como porcentaje del PBI, con lo que, de manera informal pero efectiva, volvieron estas reglas en inaplicables e inoperantes. Todo parece indicar que la historia se repetiría.

Lo más gracioso es que, entre las pocas propuestas de penalización automática, se encuentra una que castigaría a los países miembros que superen en exceso el 3% del déficit fiscal, con no poder ejercer sus votos en las decisiones más importantes de la Unión Europea. Y dadas las circunstancias actuales, si esta propuesta siguiera adelante causaría que la mayoría de los representantes europeos se reunieran para mantenerse mudos, sin poder opinar ni participar, en la mesa de sus reuniones en Bruselas. Francia, que actualmente tiene un déficit fiscal equivalente al 8% de su PBI, mandaría representantes “mudos” y sin poder de voto a Bruselas…

¿Ustedes, verdaderamente, creen que Nicolás Sarkozy y el chovinismo francés lo van a aceptar? La ingenuidad europea, a veces, resulta asombrosa. Pero si aún así se aprobara, estoy seguro que los franceses, al igual que el gran poeta César Vallejo, preferirían “morir en París y con aguacero”…


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