Baja Inflación y Marketing político

jueves, 28 de agosto de 2008

Por Jürgen Schuldt.
Economista Universidad del Pacífico



Una y otra vez los voceros del Gobierno nos repiten triunfalmente que la inflación del Perú ha sido la más baja de todo el subcontinente e incluso de toda América, tal como en el reciente Mensaje a la Nación: "Así, les garantizo que este año el Perú tendrá otra vez la menor inflación de todo el continente (…)". Se olvidó señalar que Brasil y México, así como EEUU y Canadá –es decir, prácticamente todo el continente–, tuvieron una inflación menor a la nuestra en 2007 (así como Chile y Ecuador), lo que volverá a repetirse este año.

Nos preguntamos, sin embargo, cuál es el afán del gobierno por compararnos reiteradamente con el resto de países en este campo, como si la inflación fuese un fin último y como si se tratara de un indicador sobre las condiciones de vida de la población. Es decir, lo que se esconde al informar criollamente sobre nuestra ‘baja inflación’ es el aspecto crucial de la ecuación: la evolución de los ingresos nominales de los hogares. Porque, ¿de qué me sirve que la inflación sea reducida si las remuneraciones no aumentan o lo hacen a tasas menores que la inflación?

Podemos ilustrar este asunto en base al caso de México, en que se usa la misma ‘técnica publicitaria’. Siendo la economía latinoamericana que tuvo la menor inflación en 2007 (3.8%) y con la menor tasa acumulada a julio 2008 (2.9%), de poco les sirvió a sus ciudadanos. Porque, según el informe de la OCDE sobre el ‘Panorama del Empleo 2008’, "las remuneraciones reales en México cayeron 0.3% en 2007 y se proyecta que permanezcan sin cambio en 2008".

Si bien el Presidente reconoció que "nuestra decisión es controlar severamente el aumento de los precios porque con inflación ninguna obra física o reforma legal satisfacen a la ciudadanía, y yo sé que eso esperan de mí y del gobierno las madres y las familias del Perú", lo que debió decir es que se recuperarán paulatinamente las remuneraciones reales sin acelerar aún más la inflación, gracias a un crecimiento económico sostenido, aunque algo más modesto. Promesa que por supuesto no se cumplirá porque ya ha sido convencido de que hay que ‘enfriar la sobrecalentada economía’ con recortes del gasto y la inversión públicas, en vez de cargar el peso del ajuste –para ‘contener’ la inflación– sobre los que más consumen y poseen los mayores ingresos y activos. Gracias a lo que se reduciría leve y muy lentamente la inflación –como todos lo deseamos– a través de esos medios, pero a costa –lo que pocos desean– de los ingresos reales y del empleo de los que menos tienen.

Con lo que la pobreza, que ya ha vuelto a sobrepasar el 40% de la población, seguirá aumentando. Lo que sucederá especialmente en las principales ciudades (por no hablar de las zonas rurales) en que la inflación acumulada anual desde julio del año pasado ha sido muy elevada (con remuneraciones reptantes o estancadas), tal como lo delatan las aburridas pero muy significativas cifras a ese respecto (y que el INEI no publica): Cusco (11.7%), Huaraz y Moquegua (10.5%), Chiclayo (10%), Ica (9.9%), Moyobamba (9.8%), Pucallpa (9.6%), Arequipa (9.4%), Chimbote (9.3%), Tacna y Chachapoyas (9.1%), Cerro de Pasco (9%), Puerto Maldonado (8.9%), Tumbes (8.7%), Trujillo (8.6%), Abancay (8.5%), Huánuco y Piura (7.9%), Huancavelica (7.8%), Huancayo e Iquitos (7.3%), Puno (7.2%) y Ayacucho (6.6%). De manera que sorprendentemente solo Cajamarca (5%), que de por sí tiene uno de los más altos costos de vida del país, ha visto aumentar sus precios a una tasa menor a la de Lima (5.8%) en estos últimos 12 meses.

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