Standard & Poor's: Pobres Estándares

miércoles, 16 de julio de 2008


Juergen Schuldt

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Hace un mes la mencionada calificadora de riesgo sentenció que el “Perú debe esperar” para obtener el grado de inversión, ya que “necesita aún asegurar una sostenibilidad política y social” para alcanzarlo. En efecto, el 5 de junio, el director de calificación de S&P informaba a Reuters que se había decidido mantener al Perú en el escalón previo, ese que está justo por debajo de la grada más baja de la escalera del ‘grado de inversión’ (GI). Los argumentos que esgrimía entonces el entrevistado eran bastante razonables, a saber [1]:

1. “La calificación del Perú se mantiene tal cual es. Hasta ahora no nos sentimos cómodos con las mejoras que sí se han dado. Se vienen dando mejoras pero todavía no estamos en niveles que sean compatibles con tener la calificación del grado de inversión”; y

2. ”Tenemos preguntas respecto a cuán grande es la sostenibilidad política y social en Perú, cuál es el riesgo de que asuma un candidato antisistémico que cambie las reglas de juego, ese tipo de cuestiones”.

Sin embargo, hace dos días, como rayo en cielo despejado le cayó el GI al Perú, para beneplácito del gobierno. No hubo que esperar pues tanto como opinaba el vocero de S&P [2]. Frente a lo cual uno se pregunta qué cambios tan fenomenales en la economía, en las reformas estructurales y en las condiciones sociopolíticas se habrán dado en este país durante los últimos 30 días para que se modifique tan rotundamente la opinión de S&P. Las causas para esta abrupta metamorfosis sentimental parecerían fáciles de entender.

De una parte, en relación a las “mejoras” que esperaban ofreciese el gobierno, sin duda las ha adoptado aceleradamente para felicidad de S&P y que pueden atribuirse:

1.1. a gran parte de los más de 100 Decretos Legislativos emitidos la semana pasada, de los que le debe haber agradado sobremanera una proporción sustancial [3];

1.2. al nombramiento del nuevo ministro de economía, lo que les debe haber encantado aún más, ya que garantiza la continuidad de las políticas macroeconómicas y el respeto a las ‘reglas de juego’. Además, ahora el FMI ya no solo tiene que revisar nuestras cuentas -cada trimestre- desde lejos, sino que dispone de un empleado de la gran institución sentado en el mismo centro del poder del Ejecutivo, el que además parecería tener bastante más muñeca política (en el sentido criollo de la palabra) que su antecesor [4].

Además, el comunicado-felicitación de S&P señala que "La subida de las calificaciones del Perú está respaldada por la baja significativa de sus vulnerabilidades fiscales y externas en un contexto de diversificadas fuentes de crecimiento con baja inflación" [5]. Lo que realmente llama la atención, especialmente en lo que concierne a los nubarrones que vienen apareciendo en el horizonte: la aún relativamente baja pero creciente tasa anual de inflación (Lima: 5,7%; Nacional: 7%) y la inamovible política fiscal pro-cíclica. Pero, sobre todo, sorprende que no les preocupe el creciente déficit en la balanza en cuenta corriente: después de dos años de superávit, al primer trimestre del 2008 ascendió al -2,2% del PIB; básicamente, por la ‘renta de factores’ (gran parte por remisión de utilidades) que ha alcanzado la sorprendente cuota del -8,1% del PIB.

De otra parte, respecto a las preocupaciones sociopolíticas que abrigaba S&P hace un mes (y antes del paro nacional del 9 de julio) también tiene que haber mejorado la imagen del país, quizás porque:

2.1. la huelga-paro-movilización habría sido un fracaso en Lima y ‘el resto no interesa’, como también se lo imagina el gobierno [6]; y porque también

2.2. las posibilidades que llegue un personaje anti-sistema al poder en el 2011 se han tenido que haber disipado misteriosamente en opinión de S&P… por razones que ignoramos, pero ellos deben haberse enterado de algún milagroso plan del gobierno para quebrar ese ‘riesgo’.

Sin embargo, en la nota de S&P de ayer se repite la preocupación de que, pese al grado de inversión, "la estabilidad política y social del Perú continuará constituyendo una debilidad crediticia en comparación con sus pares". Por lo que su principal analista –arriba citado- advirtió al gobierno que no debe dormirse en sus laureles y dio la orden de 'pacificar' al país. Ya amenazó al gobierno, que se cuide, que impida todo conflicto o movilización social, porque “(…) crecientes niveles de polarización política que erosionen el respaldo en favor de las políticas macroeconómicas firmes, agregarían presión sobre las calificaciones y podrían generar una baja al terreno de grado especulativo" [7]. ¿Entiende usted todo esto? ¿A qué juega S&P? En todo caso, estamos preparados para lo que viene. Habría que sopesar a quién escucha más el gobierno, si a los electores externos (que votan todos los días sin poseer DNI, fijando el ‘riesgo país’) o a los impacientes ciudadanos y las voces de nuestras calles.


REZÓ Y S&P CONCEDIÓ...

(Fuente: América Economía. Foto: Gustavo Poletto).



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