El Precio Mundial de los Alimentos

domingo, 2 de marzo de 2008


El día domingo apareció en el New York Times un notable editorial que resume bastante bien la crítica situación alimenticia mundial. Quien pueda leer en inglés encontrará aquí el artículo original. Para beneficio de todos aquellos que no lo hacen ofrecemos, a continuación, una traducción libre:


La situación alimenticia del mundo es crítica : las miopes políticas de los Estados Unidos y otros países ricos tienen mucho de la culpa, pues éstas han provocado que cosechas antes dedicadas a la alimentación humana sean asignadas ahora a la producción de energía. Según un estudio de la Organización de las Naciones Unidas dedicada a la Alimentación y Agricultura (FAO), el precio del trigo ha aumentado en un año en 80 por ciento, y el precio del maíz en 25 por ciento. Los inventarios de cereales, productos básicos de la dieta humana, han descendido a su menor nivel desde 1982.


Son los pobres del Mundo, quienes experimentan las consecuencias. Estima la FAO que las importaciones de alimentos de los países mas necesitados aumentarán en 33 por ciento . Tan Abrupto ha sido el incremento de precios , que el Programa de Alimentación Mundial , el cual ayuda a 73 millones de personas, ha indicado que puede verse forzado a reducir el tamaño de la ayuda o el número de beneficiados. Si bien el Mundo, en el pasado, ha atravesado por este tipo de crisis, éstas se solucionaron siempre con cambios tecnológicos que aumentaron la productividad agrícola y permitieron así atender la demanda. En esta oportunidad, puede que la solución no sea tan simple.


El crecimiento de la población y la relativa prosperidad por la que atraviesan los países más poblados de la Tierra-- China y la India-- provoca un incremento sostenido en la demanda de carne e impulsa también la demanda de los granos utilizados como alimento para animales. Pero, al mismo tiempo las modificaciones que experimenta el clima mundial provoca una reducción de las cosechas en Estados Unidos y otras regiones productoras. No es por ello sorprende la abrupta subida en los precios. Sin embargo, estos factores no son la principal causa de este espectacular incremento sino el apetito de los países ricos por la bioenergía. Por cierto, es éste estimulado por los cuantiosos subsidios que otorga el gobierno de los Estados Unidos. En el 2006, en ese país el 14 por ciento de la cosecha de maíz se uso para producir etanol ; un porcentaje que aumentará a 30 por ciento en el 2010. También los subsidios producen la reducción de las áreas dedicadas a la producción de soya. Sin embargo, los beneficios de esta estrategia son bastante dudosos. Un estudio de la OECD sugiere que para reemplazar el diez por ciento de la energía consumida por el Transporte en estos países, sería necesario dedicar para este propósito entre el 30 y 70 del área cosechada. También, esta política podría producir un aumento en las emisiones de carbonos, ya que impulsan en los países emergentes una masiva deforestación. Tan evidente es el costo para los humanos que no requiere mayor comentario.


¿Qué hacer ante tan críticas circunstancias? Como medida de urgencia, los Estados Unidos y otras naciones ricas deberían asegurarse que los programas de las Naciones Unidas que alimentan a los más necesitados de la Tierra, cuenten con los recursos financieros suficientes para enfrentar la coyuntura. Pero, más urgente sería cancelar los subsidios antes el hambre se convierta en una hambruna masiva.

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