¡¡A otro perro con ese hueso!!

martes, 20 de noviembre de 2007


José Oscátegui A., Prof. Departamento de Economía, PUCP

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Lo que sigue es un análisis del artículo de Alan García El síndrome del perro del hortelano, que lo hacemos por que el autor es Presidente de la República.

La idea central de ese artículo es que siendo el Perú un país rico, resulta siendo pobre porque sus riquezas no pueden ser explotadas. ¿Qué impide que lo sean? La presencia de los “perros del hortelano”. Estos serían los causantes de la pobreza en el Perú. ¿Ellos se encuentran entre los grandes empresarios que se llevaron y se llevan sus capitales al exterior? No. ¿Se encontrarán entre los grandes políticos que se vendieron a los grandes empresarios? No. ¿Entre aquellos políticos que se enriquecieron con la actividad política? No. ¿Se encontrarán entre los banqueros que se reunieron y financiaron la corrupción? No. Según García, se encuentran entre las comunidades campesinas “artificiales”, entre los que piden que se proteja el medio ambiente, entre los que piden que se respete el derecho de propiedad de las comunidades campesinas, entre los pescadores artesanales. Para identificarlos mejor él dice, “el viejo comunista anticapitalista del siglo XIX se disfrazó de proteccionista en el siglo XX y cambia otra vez de camiseta en el siglo XXI para ser medioambientalista. Pero siempre anticapitalista, contra la inversión, sin explicar cómo, con una agricultura pobre, se podría dar un salto a un mayor desarrollo.”

Este es, sin duda alguna, un enorme esfuerzo por reescribir la historia. Los que nunca estuvieron en el poder resultan siendo los causantes del desastre que tuvieron que soportar. Veamos algunas cifras.

Desde 1950 la economía empieza un crecimiento sostenido que no se detiene en 1968, sino recién en 1974. Desde entonces y hasta 1993 cae el ingreso per cápita de los peruanos que se vuelven cada año más pobres. La caída mayor fue en el período 1985-1990 cuando Alan García era Presidente. Bajo su mandato los peruanos volvieron a ser tan pobres como en 1960. Los que él llama “perros del hortelano” no estaban en el gobierno.


¿Cuánto se empobreció el país debido a su gobierno? Asumiendo que el gobierno de García no hubiera ocurrido, es decir, si el Perú entre 1985-1990 hubiera crecido a la tasa promedio a la que creció entre 1950-1985, y que desde 1990-2006 hubiera crecido a la misma tasa promedio a la que realmente creció, tendríamos el siguiente gráfico.


¡¡El ingreso per cápita sería un 35% superior!! Es decir, creciendo a la tasa promedio de 1.47% que el país tuvo entre 1950-1985 hemos perdido 20 años. Y, si crecemos a la tasa promedio que tuvimos entre 1990-2006, hemos perdido 10 años.

Hay que pedir al Presidente que, en un próximo artículo, identifique a los “perros del hortelano” que generaron la hiperinflación, el caos y el empobrecimiento generalizado durante 1985-1990.

Otro tema es el de la inversión y la “puesta en valor” de la selva, de las tierras, del mar peruano, del subsuelo y de todas las riquezas del país. El principal problema que evita que estos recursos sean explotados se encuentra en la absoluta carencia de infraestructura y educación, y en la insignificancia del Estado. No olvidemos que con García el Estado llegó a recaudar por impuestos sólo un 4% del PBI, es decir, casi no teníamos Estado. Las fuerzas liberales antiestatistas que se desarrollaron en el país a raíz del desastre dejado por García, consiguieron mantener la debilidad del Estado y la convirtieron en artículo de la Constitución de la República.

En los lugares donde la riqueza está ausente esto se debe en gran medida a que el Estado no creó las condiciones para que la inversión, sea de la empresa transnacional o de la empresa privada o pública nacional o el trabajo de los comuneros, pueda dar frutos. El cerro o el desierto sin agua no generan producto y, en las zonas que él menciona, la inversión privada entrará a invertir o los campesinos lo harán por su cuenta o alquilarán esos espacios (lo “pondrán en valor” como él dice), sólo si existen reservorios, carreteras, etc., cosas que lo hace o el Estado o la inversión privada dirigida y regulada por el Estado. ¿Por qué si el país tiene 2,500 kms de costa, el acuicultivador quiere usar el espacio que usa el pescador artesanal? Porque, al igual que los pescadores artesanales, él quiere invertir donde ya se construyó la infraestructura adecuada. Pero, hacer eso es tarea del Estado. ¿Dónde está el Estado señor García? ¿Por qué recibe óbolos en vez de cobrar impuestos? ¿Cuál es la entidad planificadora del Estado que señale el sitio y el tipo de inversión necesaria? Bueno, él seguramente cree que el mercado lo arreglará todo.

Cuando se cobren impuestos y regalías y con ellos se construyan otros Majes, Chavimochics y Gallitos Ciegos, entonces, en las zonas donde García ve “propiedad ociosa” veremos que los campesinos salen de la pobreza y se convierten en prósperos agricultores. La costa es sede de agricultura moderna porque tiene infraestructura y no porque pertenezca a alguna transnacional.

Otro caso es el de las “comunidades artificiales” que no cultivarían la tierra. El fracaso de Sierra Exportadora, debería convencer al Presidente de que no es posible la producción agrícola para la exportación si no se tiene, por lo menos, irrigación con agua no contaminada asegurada. Esta no existe en la mayoría de comunidades campesinas como sí existe en algunas partes de la Costa.

¿La minería resolverá nuestros problemas? Sus asesores deberían informarle que la gran minería genera muy poco empleo. La Southern ha invertido US$2,000 millones y contrata sólo algo más de 1900 trabajadores. Además, compra sus camiones, maquinaria y equipos en el extranjero, y remesa al exterior sus utilidades. También paga impuestos, pero no de la manera como los “perros del hortelano” en Alberta (Canadá) han conseguido que paguen las petroleras. Las mineras en el Perú entregan óbolos. El precio del cobre ha subido de US$ 0.60 la libra a US$3.60 pero la empresa no paga más regalías. Nadie se opone a la inversión en minería pero ella no resolverá nuestros problemas, aunque tal vez los de García sí.

Por que su artículo no tiene sustancia, creo que debemos decir ¡¡a otro perro con ese hueso!!



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